7. El compromiso con la tradicion. Jose Hierro.doc

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Veamos ahora un breve poema del más genuino representante del culturalismo: José María Álvarez (Cartagena, 1942)

Unidad 7. La poesía española tras la Guerra Civil

 

EL COMPROMISO CON LA TRADICIÓN

 

José Hierro

José Hierro (Madrid, 1922-2000) se situó en sus comienzos dentro de la poesía social, aunque manteniendo siempre una viva conciencia del valor del lenguaje y del ritmo del verso; en su obra se mantiene, además, una dimensión intimista que le acercará a las nuevas generaciones poéticas, en particular a los llamados poetas de la experiencia. En los años noventa su obra alcanzó el reconocimiento  general al ser distinguido con los más importantes galardones literarios españoles: Premio Cervantes, Premio Príncipe de Asturias y Premio Nacional de las Letras Españolas, además de ser elegido miembro de la Real Academia Española.

 

 

Canción de cuna para dormir a un preso

 

La gaviota sobre el pinar.

(La mar resuena.)

Se acerca el sueño. Dormirás,

soñarás, aunque no lo quieras.

La gaviota sobre el pinar

goteado todo de estrellas.

 

Duerme. Ya tienes en tus manos

el azul de la noche inmensa.

No hay más que sombra. Arriba, luna.

Peter Pan por las alamedas.

Sobre ciervos de lomo verde

la niña ciega.

Ya tú eres hombre, ya te duermes,

mi amigo, ea...

 

Duerme, mi amigo. Vuela un cuervo

sobre la luna, y la degüella.

La mar está cerca de ti,

muerde tus piernas.

No es verdad que tú seas hombre;

eres un niño que no sueña.

No es verdad que tú hayas sufrido:

son cuentos tristes que te cuentan.

Duerme. La sombra toda es tuya,

mi amigo, ea...

 

Eres un niño que está serio.

Perdió la risa y no la encuentra.

Será que habrá caído al mar,

la habrá comido una ballena.

Duerme, mi amigo, que te acunen

campanillas y panderetas,

flautas de caña de son vago

amanecidas en la niebla.

 

No es verdad que te pese el alma.

El alma es aire y humo y seda.

La noche es vasta. Tiene espacios

para volar por donde quieras,

para llegar al alba y ver

las aguas frías que despiertan,

las rocas grises, como el casco

que tú llevabas a la guerra.

La noche es amplia, duerme, amigo,

mi amigo, ea...

 

La noche es bella, está desnuda,

no tiene límites ni rejas.

No es verdad que tú hayas sufrido,

son cuentos tristes que te cuentan.

Tú eres un niño que está triste,

eres un niño que no sueña.

Y la gaviota está esperando

para venir cuando te duermas.

Duerme, ya tienes en tus manos

el azul de la noche inmensa.

Duerme, mi amigo...

                                       Ya se duerme

mi amigo, ea...

                                                                      (Tierra sin nosotros)

 

 

 

Para un esteta

 

Tú que hueles la flor de la bella palabra

acaso no comprendas las mías sin aroma.

Tú que buscas el agua que corre transparente

no has de beber mis aguas rojas.

 

Tú que sigues el vuelo de la belleza, acaso

nunca jamás pensaste cómo la muerte ronda

ni cómo vida y muerte —agua y fuego— hermanadas

van socavando nuestra roca.

 

Perfección de la vida que nos talla y dispone

para la perfección de la muerte remota.

Y lo demás, palabras, palabras y palabras,

¡ay, palabras maravillosas!

 

Tú que bebes el vino en la copa de plata

no sabes el camino de la fuente que brota

en la piedra. No sacias tu sed en su agua pura

con tus dos manos como copa.

 

Lo has olvidado todo porque lo sabes todo.

Te crees dueño, no hermano menor de cuanto nombras.

Y olvidas las raíces («Mi Obra», dices), olvidas

que vida y muerte son tu obra.

 

No has venido a la tierra a poner diques y orden

en el maravilloso desorden de las cosas.

Has venido a nombrarlas, a comulgar con ellas

sin alzar vallas a su gloria.

 

Nada te pertenece. Todo es afluente, arroyo.

Sus aguas en tu cauce temporal desembocan.

Y hechos un solo río os vertéis en el mar,

«que es el morir», dicen las coplas.

 

No has venido a poner orden, dique. Has venido

a hacer moler la muela con tu agua transitoria.

Tu fin no está en ti mismo («Mi Obra», dices), olvidas

que vida y muerte son tu obra.

 

Y que el cantar que hoy cantas será apagado un día

por la música de otras olas.

                                                                                    (Quinta del 42)

 

 

Don Antonio Machado tacha en su agenda un número de teléfono

 

Borra de tu memoria

este número de teléfono.

2-6-8-1-4-5-6.

Táchalo en tu agenda.

Si ahora marcaras este número que no puede escucharte,

nadie respondería. Este número sordomudo:

2-6-8-1-4-5-6.

Borra, olvídalo, tacha este número muerto:

es uno más, aunque fue único.

 

Las hojas de tu agenda tienen más tachaduras

que números y nombres.

Ya quedan menos a los que llamar;

apenas quedan números y nombres que te hablen

o que te escuchen: 2-6-8-1-4-5-6.

Haz todo lo que puedas para que se disuelva en tu memoria:

destrúyelo, trastuécalo:

8-6-2-4-1-5-4,

rómpele el ritmo que le correspondía:

4-5-2-6-1-8-4,

ya no lo necesitas,

no necesitas esos números, esos nombres o sombras.

2-6-8-1-4-5-6:

«¿Está Leonor?»

Y suponiendo que alguien te responda,

será otra voz la que responderá.

Baraja el número, confúndelo, desordénalo.

Así: 1-4-2-5-6-8.

«¿Está Guiomar?»

Baraja números y nombres, barájalos,

sobre todo los nombres:

«¿Está Guionor?» «¿Está Leomar?»

Silencio.

Olvida, tacha, borra, desvanece

esos nombres y números,

no intentes modelar la niebla.

resígnate a que el viento la disperse.

 

¡Colinas plateadas...!

                                                                      (Agenda)

 

 

 

 

 

 

 

-Explica el tema de cada texto.

-Analiza la función del estribillo en el primer poema.

-Comenta los aspectos métricos de “Para un esteta”.

-Explica el título del último texto.

 

 

 

 

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